

Un barrio obrero que por cierto está en obras desde ni me acuerdo ya cuándo y hasta nadie, al menos del barrio, sabe cuándo. Por eso no voy a aburriros con todas las enormes diferencias que observo, y llenar de indignación la página, y sólo voy a enumerar y explicar brevemente las más significativas.

1º_ En un barrio rico los materiales de obra no sólo son buenos, también son bonitos y elegantes.
En un barrio obrero los materiales deben ser desechos de obras de otros barrios obreros. O tal vez (a juzgar por el hecho de que nos los traen ya con sus pintaditas y su roña acumulada durante años) simplemente los cambian de un barrio obrero a otro, en la tierna suposición de que, como todos los pobres o no-ricos nos movemos siempre por los mismos barrios, así siempre nos sentiremos reconfortados y como en casa, estemos en el barrio obrero en que estemos.
2º_ En un barrio rico los obreros comienzan por un sitio y lo terminan lo mejor y más rápido posible, para molestar lo menos y el menor tiempo posible a los vecinos.
En un barrio obrero los obreros abren huecos, hacen socavones, rompen paredes y suelos por aquí, por allá y por acullá, se van a otra zona dejándolo todo destartalado y sin medidas de protección, y sin que tengamos la menor idea de cuándo van a volver o cuándo van a terminarlo.

3º_ En un barrio rico, mientras duran las molestias, ponen todo tipo de medidas para hacer la obra lo más cómoda, limpia y segura posible a los vecinos y transeúntes.
En un barrio obrero, mientras duran las obras, debes dejar atrás eso de usar zapatos, unas buenas botas de montaña serán la mejor elección; además, has de andarte con ojo para no matarte o, cuanto menos, romperte la crisma; y, por supuesto, hay que olvidarse de llegar limpio a destino.
4º_ En un barrio rico los obreros no beben una cerveza tras otra mientras curran, y aún menos tiran luego las latas vacías por todas partes convirtiendo el barrio en un vertedero.
En un barrio obrero sí.
5º_ En un barrio rico, si antes de la obra había estructura urbanística de mejora de la movilidad y la comodidad del viandante (rampas, papeleras, bordillos bajos en las zonas de cruce…), después de la obra ésta es todavía mayor y mejor; las aceras quedan niveladas, no se forman charcos cuando llueve, los remates están niquelados...
En un barrio obrero, si antes había poca estructura urbanística de mejora de la movilidad y la comodidad del viandante, después de la obra ésta es todavía menor y peor, o directamente inexistente; las aceras parecen rutas de monte, se forman ríos navegables, profundos y oscuros en cuanto caen 4 gotas, los remates (¿qué remates?) son desastrosos...
6º_ En un barrio rico, en suma, cuando termina una obra pública (en tiempo y forma, por cierto), el resultado final es exactamente como se veía en los planos, si no mejor.
En un barrio obrero, en suma, cuando termina una obra pública (imposible saber si en tiempo y forma porque nadie da plazos ni enseña planos), si es que termina, el resultado es tan desastroso que reparas en el por qué no había planos.
Y digo yo que con esta mierda de sociedad, con estas desigualdades tan evidents como injustas e injustificadas (porque, ¿acaso en los barrios obreors no pagamos también impuestos?, ¿hay alguna ley que nos favorezca para pagar menos impuestos que, por ejemplo, los vecinos de Goya?), ¡¿cómo puede nadie pretender que nos sintamos identificados con algo, ilusionados o motivados por algo, contentos de algo?! ¿Que no?
¿Cuánto cuesta un metro cuadrado en Salamanca o en Chamberí?
ResponderEliminarDiferencias entre lujo y necesidad.
Un saludo.
Pero no es cuestión de eso, Border; mientras en la declaración de hacienda no haya una casilla para marcar en qué barrio vives y pagar en proporción a éste, los derechos respecto a salubridad, limpieza, seguridad, eficacia y eficiencia de las obras públicas deberían, no, no, tendrían que ser los mismos para todos.
ResponderEliminarYo no necesito lujos, y si te soy sincera tampoco los quiero, no cambiaría mi tranquilo, sereno y pueblerino barrio obrero por el barrio ruidoso, céntrico y pijo de mi madre, pero sí necesito, quiero y me considero con derecho a exigir los mismos derechos en cuanto a las cosas más elementales y básicas.
Vamos, que en realidad me da igual que el mobiliario urbano que nos pongan sea hortera y de segunda y, a juzgar por la pinta, traído de algún barrio más pobre aún que el nuestro; que me da igual que las baldosas de las aceras sean feas y cutres...; pero lo que no me da igual es tener que jugarme la crisma para ir a currar o pasear a mis perros, que se me inunde la calle cuando caen 4 gotas ¡con las nuevas aceras!, que quiten las papeleras (que ya había pocas, ahora no hay ninguna), que quiten las pocas rampas que teníamos y las sustituyan por escalones (que parece de locos), que los bordillos ahora sean un desafío para campeones de salto de altura, que el barrio esté lleno de socavones sin señalizar ni cubrir adecuadamente, que el barrio esté lleno de latas de cerveza vacías y papeles de envolver bocatas....
Sencillamente, en el barrio de mi madre no sucedería, y ella paga impuestos igual que yo, en relación a su sueldo, no al barrio en el que vive.