En estas y otras fechas señaladas algunos humanos (son esos animales de dos patas que se distinguen del resto de nosotros porque poseen un lenguaje articulado y un raciocinio superior al nuestro) parecen necesitar liarla parda y hacer mucho ruido para divertirse y festejar. Entre otras cosas muy racionales que hacen está lo de tirar petardos a diestro y siniestro. Adultos y niños participan de tan noble diversión. Se parten de risa y se lo pasan pipa, cuando no les estallan en los bolsillos, la cara o las manos, claro, que entonces ya no les gusta.
Y eso que a ellos les gusta tanto, y a los gatos no les disgusta en exceso, a algunos de nosotros nos lleva a un estado de pánico y terror que puede llegar a causarnos la muerte por paro cardíaco.
Esto que os digo, que quizá penséis que es una exageración por mi procedencia andaluza, es absolutamente cierto por desgracia. Ya me gustaría a mí no morirme de miedo cuando los humanos empiezan a divertirse tan ruidosamente, o que mi hermano Hermes no se pusiera a dar vueltas sobre sí mismo como si no se encontrase el rabo, o que las pequeñas Lully y Pizqui no temblasen tanto que fueran capaces de batir unos huevos y hacer una mayonesa ellas solas. Pero es así. Y que han muerto algunos de mis congéneres por el puro terror que les producen, también.
Pirulo... no puedo creer que te haya matado la pirotecnia!
Así que, si tienes conciencia, cambia los petardos por otra cosa, una flauta por ejemplo, que es muy molesta también, pero no tan dañina.
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