1._ No te enfades, ni le regañes o castigues si salta y ladra al entrar en casa tú o alguien querido.
Aunque tenemos un reloj biológico estupendo, nuestra vida es mucho más corta que la vuestra y de alguna manera lo sabemos. Nuestra medida del tiempo es distinta de la vuestra y cuando salís, a veces no estamos seguros de si vais a volver o cuándo lo haréis. Para nosotros lo sois todo, al contrario que los gatos necesitamos vuestra compañía, y vuestra ausencia nos resulta muy dura.
Si te molesta que lo haga, ignórale mientras salta y ladra, no le mires, ni le toques o hables hasta que se calme y se calle, y sólo en ese momento acaríciale suavemente, sin hacer aspavientos ni usar un tono de voz que le altere o excite. Otro truco estupendo es probar, en días que dispongas de tiempo, a salir y entrar al poco tiempo repetidas veces para que pueda comprobar que siempre vuelves y la espera no se le haga interminable.
2._ No te enfades, ni le regañes o grites si no acude a tu llamada o no entiende lo que le pides a la primera.
Nosotros siempre queremos agradaros y haceros felices, creedme, pero no siempre sabemos lo que nos estáis diciendo, y si nos gritáis u os notamos enfadados nos bloqueamos. A veces nos despistamos con el vuelo de una mosca, pero en general aprendemos por asociación, y aunque unos somos más inteligentes que otros, todos terminamos aprendiendo si repites el aprendizaje las veces suficientes.
3._ Confía en él y demuéstraselo.
Sé que a los humanos os cuesta mucho confiar. Es lógico teniendo en cuenta cómo son algunos de vuestros congéneres. Pero nosotros no somos humanos, bien al contrario somos los seres más fieles y leales del planeta. Confía en tu perro, cree en él, y él siempre confiará y creerá en ti.
4._ No te enfades con tu perro ni le castigues por mucho tiempo.
Y tampoco si no le has pillado in-fraganti y hace ya rato que hizo lo que te ha hecho enfadar. No te servirá de nada porque no lo entenderá y le harás sufrir mucho. Lo mejor es pillarle en el mismo momento en que lo está haciendo o justo lo acaba de hacer, y en ese momento hacerle ver que eso está mal, y cómo podría hacerlo bien, con calma y sin gritar, usando el sentido común.
5._ Háblale. No le grites. No pronuncies su nombre constantemente. Tócale.
6._ Enséñale cosas nuevas. Llévale contigo siempre que puedas, comparte actividades con él. Prémiale siempre que quieras, pero no le atiborres a chuches.
Le encantará si le enseñas algo nuevo y aún más si lo conviertes en un juego. Nos flipa jugar, es como mejor aprendemos, y también ser perros listos que saben muchas cosas. Compartir actividades con vosotros es lo que más felices nos hace... bueno, o casi tanto como comer. Y aunque no puedo creer que esté escribiendo esto, no siempre es necesario que nos premiéis con una chuche; como premio cuando lo hacemos bien nos sobra con unas caricias.
7._ Déjale vivir contigo, en familia.
8._ Déjale ensuciarse, revolcarse, oler culetes, lamer y olfatear cosas por la calle.
Nosotros aprehendemos la información del mundo que nos rodea de ese modo, que ya sé que a vosotros os parece anti-higiénico, pero no creáis que lo es tanto. Si supierais que hay estudios que demuestran que vuestras bocas tienen más bacterias que las nuestras... Somos cazadores y nos gusta revolcarnos e impregnarnos de otros olores. No lo hacemos a mala uva, cuando nos acabáis de bañar, algo que aceptamos estoicamente por vosotros, sino porque no nos mola ese olor a limpio que a vosotros os gusta tanto.
9._ Observa su comportamiento y actúa con rapidez si ves algo inusual. No le dejes engordar, un perro gordo no es un perro sano.
Es muy importante que conozcas bien a tu fiel amigo para detectar problemas de salud o emocionales. Cuando nuestro comportamiento cambia es que algo pasa. Puede ser que estemos enfermos, o puede que estemos tristes o incluso deprimidos. Saberlo a tiempo te ahorrará un posible disgusto serio.
10._ Ámale cuando sea viejito incluso más que mientras fue un animal lozano, será cuando más te necesite.
11._ No le apartes si viene un nuevo miembro a la familia. Déjale jugar con tus hijos inculcando en ambos el amor y respeto mutuos.
12._ Confórtale cuando tenga miedo o se sienta mal, y acompáñale cuando esté enfermo o llegue la hora de su último viaje.
Para nosotros, vosotros sois nuestro mundo entero, lo sois todo, y sólo vosotros y vuestro contacto puede reconfortarnos cuando estamos malitos o sabemos que ha llegado nuestra última hora. De verdad que no podéis llegar a imaginar lo que significa para nosotros sentiros a nuestro nuestro lado en los peores momentos.
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