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Esas cosas tontas que nos definen


Las fotografías, esos trozos estáticos de nuestra vida y nuestro pasado, normalmente descansan en álbumes colocados en algún rincón de nuestras estanterías o, en el peor de los casos, en cajones olvidados en los que se guardan aquellas cosas inservibles que, tal vez, algún día vuelvan a hacer falta.

No solemos mirarlas casi nunca, nos recuerdan cómo éramos y ya no seremos más, las personas que nos acompañaban y ya no estarán más, los sitios que disfrutamos y a los que ya no volveremos.

Pero eso no significa que esas fotografías no sean parte de nosotros, de lo que hemos sido, lo que hemos vivido. Y por eso, aunque no les hagamos caso mientras las tenemos, cuando las perdemos las añoramos tristemente, sentimos que hemos perdido algo muy importante, algo que querríamos haber conservado.

3 comentarios:

  1. No sé si has visto la peli "Olvídate de mí", está bastante bien, pues abre debate sobre si en el caso de que fuera factible pudiésemos renunciar a nuestros recuerdos. ¿Tú lo harías aunque fuese algo demasiado doloroso?

    Un saludo.

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  2. He querido decir, ¿Qué si accederías a borrar recuedos porque pueden llegar a ser traumáticos? ¿Incluso persona no gratas?

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  3. Hola Border, perdona el retraso pero estoy que no puedo con la vida de liada. ¡Qué difícil me lo pones! No lo sé, los recuerdos, buenos o malos, forman parte de ti, de tu vida, y conforman tu experiencia; y lo mismo ocurre con las personas, aunque no sean gratas. Creo que no, no renunciaría a mis recuerdos, ni siquiera a los malos. Sí cambiaría hechos, como las pérdidas muy dolorosas de seres adorados.

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