La pérdida de cualquier ser querido os sume en una profunda tristeza y os provoca un cúmulo de sensaciones encontradas. Cuando se trata de uno de nosotros debéis sumar, además, una especie de sentimiento de culpa o vergüenza por sufrir tanto. O, en el mejor de los casos, si bien tenéis claro vuestro 'derecho' a sufrir por perder a un miembro de vuestra familia, la experiencia os dice que vais a estar solos, que poca gente os va a entender.
Pedir unos días de descanso en el trabajo, llorar delante de otras personas, poder desahogaros con alguien o simplemente estar triste y apático son cosas que no podéis hacer libre y despreocupadamente. Sabéis que mucha gente os dirá que 'sólo era una mascota', y eso os producirá aún más dolor.
Por eso, debéis creer sin lugar a dudas que lo que sentís es normal, lo entiendan los demás o no. Que habéis perdido a un ser querido, a un compañero, a un fiel amigo, a un ser que compartía vuestras vidas y os entendía como nadie, y eso es lo único que debe ser tenido en cuenta. Y que quien no lo entienda es quien tiene el problema, y no vosotros.
Pasaréis por varias fases que pueden aparecer en orden o solapadas, y es bueno que conozcáis para que no os pillen por sorpresa:
1. La negación: Os negaréis a aceptar que ya no está y que no volverá. No podéis ni queréis creerlo. Ni siquiera podéis pensar que sea algo definitivo.
2. La ira: Os enfadareis con el mundo, con vosotros mismos, con vuestro ser querido incluso al comprender que de verdad se ha ido y os ha dejado con toda esa tristeza que no creéis poder gestionar.
3. La negociación: Intentáis alcanzar un pacto que os devuelva a vuestro ser querido, un volver atrás en el tiempo que os dé las pautas para recuperarlo. Comenzáis un análisis de todo lo que podríais haber hecho o dejado de hacer para no perderlo.
4. La depresión o la tristeza: Empezáis a aceptar que es definitivo, que no volveréis a verle ni a estar con él o ella, y la pena es tan grande que se traduce en síntomas físicos como sensación de falta de aire, o pérdida del apetito.
Durante estas fases, aunque cada cual tiene su forma de vivirlas, y mientras unos necesitan hablar de ello, otros prefieren estar solos, es bueno expresar lo que se siente. Si no podéis o no queréis hacerlo con un humano, habladlo con vuestras otras mascotas, y si no tenéis hacedlo con vosotros mismos, o escribidlo. Sacarlo fuera y racionalizarlo ayuda mucho, creedme, lo sé por experiencia. Es importante que no os sintáis culpables por sufrir o llorar, recordadlo también. Y saber que antes o después ese dolor intenso pasará, puede pareceros una perogrullada, pero es necesario recordarlo.
Espero de corazón haberos ayudado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cuéntanos todas las anécdotas que tengas con tus compis peludos, o consúltanos cualquier duda que te surja sobre ellos, su alimentación, su salud, su educación o cualquier otro tema, e intentáremos orientarte lo mejor y lo antes posible.